sábado, enero 23, 2016

De nuestros deberes para con los extraterrestres y otras inteligencias


A raíz de las "luces misteriosas" que se vieron en el cielo bogotano la semana pasada, y que resultaron ser parte de la campaña de expectativa de una película, comparto aquí los capítulos finales de mi libro "De nuestros deberes para con la vida"

El anterior encabezamiento seguramente llenará de extrañeza a muchos de los lectores que hayan tenido la paciencia de llegar hasta este punto del texto.

 Vale la pena, sin embargo, que meditemos un poco sobre cuál sería la reacción de nuestra especie en caso de que, sin lugar a dudas, comprobáramos la existencia de seres vivos –y en especial de seres "inteligentes"- por fuera de nuestro planeta, lo cual muy posiblemente ocurrirá en algún momento de ese milenio que se avecina. (Recordemos que esto fue escrito en 1999).

Conjunción Venus, Júpiter y Luna
Junio 20, 2015

El contacto de nuestra especie con otros seres "inteligentes" sería, sin lugar a dudas, un momento culminante de la historia humana. 

¿Estaríamos preparados para ese encuentro? 

¿Qué luces nos puede arrojar esta especulación sobre nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás seres vivos que existen en la Tierra?

¿Poseemos una ética que nos permita participar adecuadamente de ese episodio cumbre de la evolución de la vida en el universo que sería el encuentro con otros seres "inteligentes"?

 Pensemos con qué criterios evaluaríamos si esos seres son "superiores" o "inferiores" a nosotros, y qué actitud asumiríamos como especie en uno y otro caso.

 Muy posiblemente, en términos prácticos, hoy los consideraríamos "superiores", no si poseyeran un mayor conocimiento y dominio del universo y de sí mismos que el que nosotros poseemos, o si hubieran logrado un grado tal de desarrollo, que pudieran dedicarse de lleno a lo que en términos humanos llamamos la creatividad, la poesía y el disfrute de estar vivos sin tener que preocuparse por las urgencias cotidianas de la subsistencia (esa condena a la que desde nuestros orígenes hemos estado sometidos los humanos), sino que los consideraríamos "superiores" si tuvieran la capacidad de dominarnos, de explotarnos, de convertirnos en "recursos" para la satisfacción de sus necesidades y, por supuesto, si poseyeran una tecnología capaz de neutralizar los esfuerzos humanos para impedir que nos dominaran. Seguramente unos sectores humanos se aliarían con ellos para lograr dominar a otros sectores, y se pondrían "voluntariamente" a su servicio con tal de poder compartir algo de su poder de conquista.


Por el contrario, los consideraríamos "inferiores" si, no importa cuán avanzada fuera su cultura en términos de arte o de conocimiento, no estuvieran en capacidad de evitar su explotación por parte de la especie humana. Sin duda alguna, si poseyeran o ellos mismos fueran "recursos" capaces de otorgarnos ventajas competitivas en la guerra o en el "mercado", nuestra especie no dudaría en apoderarse de ellos y en ponerlos a nuestro servicio, aún cuando ello pusiera en peligro su propia existencia.

 Si fueran "superiores" a nosotros en conocimientos, pero "inferiores" en poder destructivo, ¿estaría nuestra especie preparada para respetarlos y para aprender pacíficamente de ellos?

Si en el medio en donde se desarrollara la existencia de esos supuestos seres, existieran recursos considerados valiosos en la Tierra y esos seres no tuvieran capacidad guerrera para defenderlos, ¿estaríamos los humanos dispuestos a renunciar pacíficamente al dominio de esos "recursos"?

Caimanes al atardecer

 ¿Qué tipo de pruebas de "superioridad" les exigiríamos a los supuestos extraterrestres antes de otorgarles nuestro respeto?

En otras palabras: ¿Ha aprendido algo nuestra especie de toda su trayectoria de conquistas y de violaciones sobre otras especies vivas y de unas culturas sobre otras?
 Aunque en este momento la probabilidad de establecer contacto cierto con una civilización extraterrestre se reconoce como baja, las respuestas a estas preguntas nos pueden arrojar muchas luces sobre nosotros mismos y sobre nuestro compromiso ético con la vida en el cosmos, empezando por la vida en la Tierra.


Si usted fuera un o una extraterrestre "inteligente" y tuviera buen conocimiento de la especie humana, ¿se atrevería a arrimarse por este planeta?

* * * 

"Estudio en el que se exponen las condiciones de habitabilidad de las Tierras celestes"

Desde los viejos libros de astronomía de don Camilo Flammarion que conocí en la biblioteca de mis dos abuelos, hasta los textos modernos y los círculos científicos en donde hoy se trata el tema de la vida extraterrestre, afirman que si en algún otro lugar del universo existiera vida en alguna medida parecida a la vida de la Tierra, pero que no se basara en el carbono como toda la vida terrestre, sino en otro elemento, muy probablemente ese elemento sería el silicio. Porque el silicio, al igual que el carbono, posee una estructura atómica que le permite enlazarse consigo mismo hasta conformar las complejas estructuras que, en el caso del carbono, constituyen la base química de la vida que nosotros conocemos.



En otras palabras: si esperamos encontrar en el espacio formas de vida similares a las terrestres, tenemos que buscar o vida de carbono o vida de silicio.

Exploremos en qué están hoy las tentativas humanas por crear vida en el laboratorio. Desde hace muchos años los seres humanos desistimos en nuestros intentos de crear vida a la manera del doctor Frankenstein, ensamblando "repuestos" de cadáveres hasta formar un monstruo viviente, y hoy la búsqueda de vida artificial se concentra en los terrenos de la informática y está íntimamente vinculada al campo de la inteligencia artificial, que se dedica al desarrollo de máquinas "pensantes".

Hoy en día, para muchos millones de seres humanos, los virus informáticos capaces de infectar desde los computadores personales hasta los más complejos sistemas de las empresas multinacionales o del Pentágono, constituyen un dolor de cabeza tan molesto, y a veces de consecuencias económicas o logísticas más graves, que los otros virus, los de la gripa, la hepatitis o el SIDA.


Luna y Venus
Julio 10, 2013

Si bien los virus no pueden considerarse seres vivos ("carecen de genes y proteínas suficientes para mantenerse"), sí se encuentran muy cerca de las células, que se consideran las unidades básicas de la vida, y de las bacterias, que son células que en sí mismas constituyen un ser autopoyético o con capacidad de mantenerse.

Así mismo, los virus informáticos tampoco pueden considerarse seres vivos, pero son a los programas de computador lo que los virus biológicos son a las células y a las bacterias, y se comportan según los mismos principios informáticos. La tecnología informática no ha creado todavía vida ni en el computador ni en la retorta, pero sí ha llegado a desarrollar sistemas "virtuales" que funcionan autónoma y espontáneamente de manera muy parecida a como lo hace la vida. Tanto es así que, estudiando el comportamiento de esos sistemas virtuales, los biólogos y los científicos en muchos casos han logrado aprender más sobre la vida misma que en contacto directo con los seres vivos, al igual que el desarrollo de la inteligencia artificial ha arrojado ingentes luces sobre el funcionamiento del cerebro y las características de la inteligencia humana. Y nos han puesto a pensar sobre si la esencia de la vida es su sustrato material –en nuestro caso proteínas y ácidos nucleicos- o si es una determinada manera de procesar la información, sin importar si el hardware es de silicio o de carbono, o incluso si no hay hardware. ¿En un futuro lejano, podría evolucionar la inteligencia humana hacia formas virtuales?


Vean: Mitología

En este mismo texto hablamos ya del comportamiento emergente, o sea, de la posibilidad de lograr en el universo del computador, que surjan de manera espontánea comportamientos tan complejos como los caprichosos patrones de vuelo de las bandadas de golondrinas o los patrones de nado de los cardúmenes de anchoas y de sardinas. Comportamientos que surgen de la iteración o repetición y retroalimentación de instrucciones sencillas, y que de pretenderse programar de manera expresa, exigirían miles de horas de trabajo de los computadores más poderosos.


Tempestad sobre Bogotá
Marzo 13, 2014

Los seres humanos, pues, no hemos podido crear vida "biológica" en el laboratorio, pero estamos acercándonos a inesperadas formas de vida "virtual" en el espacio informático. ¿Y de qué está hecho el sustrato material, el hardware, de ese espacio informático, es decir, de los computadores? Fundamentalmente de pastillas ¡¡¡de silicio!!!

Es decir, que muy posiblemente los seres humanos (que somos vida de carbono) estamos a punto de crear esa vida de silicio que esperábamos encontrar en algún lugar del espacio extraterrestre. Nosotros estamos creando a los extraterrestres, y hoy ya convivimos con sus antecesores inmediatos.

Hasta este momento, en cerca de cuatro mil millones años que lleva la vida en el planeta Tierra, toda la evolución se ha dado desde unas formas de vida de carbono hacia otras formas de vida de carbono más complejas o mejor adaptadas.


En este momento, por primera vez en la historia de la evolución de la vida terrestre, estamos acercándonos a la aparición de una forma de vida de silicio a partir de la vida del carbono.

Vida de silicio íntimamente trenzada con la inteligencia artificial, que también tiene como sustrato material el silicio. En el curso de los próximos cien años, muy probablemente antes, una y otra, la vida artificial y la inteligencia artificial, serán realidades cotidianas, y nuestros descendientes estarán compartiendo la Tierra con otros seres inteligentes y conscientes de sí mismos, pero basados en unos fundamentos orgánicos distintos a los nuestros: en la biología del silicio.


¿Estaremos preparando a nuestros descendientes para construir una ética que les permita convivir pacíficamente con esas nuevas formas de vida que nosotros mismos estamos creando?

Cuando eso ocurra, ¿estará la especie humana preparada para que ninguna forma de vida "inteligente" se convierta en explotadora de la otra?

Si en este momento, cuando todavía los computadores están muy lejos de considerarse verdaderamente "inteligentes" y mucho menos "conscientes" de su propia existencia, la humanidad se encuentra en jaque por los posibles errores de los computadores al pasar el calendario del 31 de Diciembre de 1999 al primero de Enero del año 2000; si hoy los robots, que no son conscientes de sí mismos y en consecuencia no poseen intereses propios ni "egoísmos", están dejando sin empleo a cientos de miles de trabajadores humanos, ¿qué pasará cuando efectivamente convivamos con máquinas vivas, inteligentes, dotadas de consciencia, y que además carezcan de las vulnerabilidades biológicas propias de la vida del carbono? ¿Con máquinas físicamente mucho más poderosas que nosotros y con una capacidad de procesar información infinitamente mayor que la nuestra?

Y si la especie humana logra mantener su carácter dominante, ¿estaremos dispuestos a reconocerles derechos a esos seres conscientes y a respetar sus propias vulnerabilidades?

Si bien hoy la informática se utiliza como tantas otras expresiones de la tecnología, en actividades que incrementan nuestro impacto como plaga, también existen múltiples ejemplos de simbiosis afortunadas entre los computadores y lo mejor de nuestra condición humana.

Si hasta hace pocos años la estructura más compleja del universo conocido era el cerebro humano, hoy lo es la noosfera, hecha realidad por la interconexión simultánea y planetaria de cientos de miles de cerebros humanos. Hoy podemos afirmar sin lugar a equivocarnos, que la Tierra no es solamente un planeta vivo, sino además un organismo pensante, envuelto por una telaraña neuronal que cada vez nos vincula a más seres humanos.

¿Qué clase de comportamiento emergente podrá surgir en el futuro de esas interconexiones?

¿Seremos capaces de conectar otros seres vivos no humanos, a esa telaraña de inteligencias de carbono y de inteligencias de silicio entrelazadas?

Junto con la capacidad de nuestra especie para la poesía en todas sus formas (incluidos el humor y la ciencia) y nuestra disposición (aunque subutilizada) para la compasión y la ternura, como ya lo dije atrás, la interconexión actual y potencial de todos los seres humanos a través de las redes informáticas, es uno de los argumentos que hoy, en el aquí y el ahora, me hacen sentir virtualmente orgulloso, esperanzado y feliz de ser humano.

1a edición: Popayán, 1999
2a edición: Bogotá, 2008


Los consideraríamos "superiores" si tuvieran la capacidad de dominarnos, de explotarnos, de convertirnos en "recursos" para la satisfacción de sus necesidades y, por supuesto, si poseyeran una tecnología capaz de neutralizar los esfuerzos humanos para impedir que nos dominaran.

Por el contrario, los consideraríamos "inferiores" si, no importa cuán avanzada fuera su cultura en términos de arte o de conocimiento, no estuvieran en capacidad de evitar su explotación por parte de la especie humana

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